Dr. Luis Dentone Silva
“Menos de un tercio de los otorrinolaringólogos trabajamos en hospitales públicos”
Experto en implante coclear, amante de la literatura y el cine e incansable promotor de la formación de nuevos profesionales, son sólo algunas de las principales características que identifican a este destacado facultativo, quien mira con preocupación el paulatino y creciente éxodo de especialistas hacia el sector privado de la salud.
La presencia del doctor Luis Dentone Silva no pasó inadvertida en Concepción, durante el último Congreso chileno de otorrinolaringología. Al contrario, el destacado facultativo participó activamente en el concurrido encuentro científico y académico, compartiendo en todo momento sus profundos conocimientos de la especialidad, particularmente con los médicos más jóvenes. “Hay que entregar el bastón y dejar todo armado para las futuras generaciones”, reconoce en esta entrevista con SAVALnet.
El profesional, uno de los pioneros del implante coclear en Chile, reparte su tiempo entre los hospitales Clínico Universidad de Chile y Luis Calvo Mackenna, además del magíster en audiología que dicta en la Universidad Andrés Bello. “Mi vocación por la medicina despierta en plena adolescencia, gracias a la literatura y textos como ‘Cuerpo y alma’, ‘Aventura de un maletín negro’ y ‘La ciudadela’, que me sirvieron de inspiración y me ayudaron a descubrir lo fascinante de las cirugías, la biología humana y la biología molecular”, cuenta el doctor Dentone, dueño de un inquieta personalidad y espíritu de innovación que lo llevaron a cruzar las barreras de la medicina en el país. Cuando joven, incluso, lograba “colarse”, como dice, por los pasillos del Hospital José Joaquín Aguirre para “ver desde un anfiteatro vidriado las operaciones que ahí se realizaban. Iba con un amigo y mirábamos hasta que alguien nos pillara”.
Luis Dentone Silva se formó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y en los hospitales José Joaquín Aguirre, Barros Luco – Trudeau y San Juan de Dios, establecimientos donde se maravilló con las cirugías de corazón con circulación extracorpórea. Hoy, junto a su labor asistencial y académica, dirige el módulo de audiología e integra el consejo docente de la Sociedad Chilena de Otorrinolaringología, Medicina y Cirugía de Cabeza y Cuello.
-¿Cómo nace su vínculo con la otorrinolaringología?
A ver, primero que todo yo pretendía ser cardiocirujano y así me ofrecieron la posibilidad de quedarme con una cátedra de cirugía cardíaca, sin embargo, la necesidad que había era un médico que se dedicara a la máquina de corazón-pulmón para apoyar las operaciones, ni siquiera anestesista, y a lo que mí me interesaba era operar. Como estaba muy lejos de conseguirlo, aproveché la oportunidad que me brindó el profesor Arturo Tello, que era un hombre extraordinario, un hombre del renacimiento, quien se dedicaba a la otorrinolaringología y me ofreció formación y trabajo en el Hospital Barros Luco. Se trataba de una especialidad chica, que estaba muy lejos del corazón y de mi corazón -sonríe-, pero había que trabajar en algo y por lo menos se hacía cirugía. Las intervenciones resultaron muy bonitas, interesantes y no se trataban sólo de sacar las amígdalas, al contrario, en ese momento había una gran problemática, con enfermedades al oído que eran bastante mortíferas. Además estaba el cáncer de cabeza y cuello, había cirugía de alta especialización; yo empecé a hacer todo eso.
-¿Qué patologías manifestaban altos índices de mortalidad?
Principalmente la otitis crónica, que producía meningitis, absceso cerebral y muerte. Esa realidad la cambiamos nosotros, trabajando de manera pionera en este tema. En el resto del mundo ocurrió lo mismo, gracias al progreso de la medicina, el desarrollo de mejores antibióticos, scanner, resonancias, etc. Era una práctica clínica que te atrapaba y ahí me fui quedando. En la otorrinolaringología era cabeza de ratón, mientras que en la cirugía cardíaca no me alcanzaba ni siquiera para un pelo de la cola del león.
-¿Cómo nace la cirugía de implante coclear en Chile?
Los primeros pasos fueron a través de la electrofisiología de la audición, el trabajo en el oído en niños pequeños y desde luego en animales de experimentación. Así me introduje en los estudios de todas las relaciones del oído con el cerebro. Establecimos las bases para que después, con el paso de los años, se desarrollara el implante coclear. Trabajamos mucho haciendo diversas cirugías del oído, no sólo de implante coclear, sino que timpanoplastías, las radicales, estapedectomías; todos esos procedimientos los desarrollamos en Chile y los divulgamos por todas partes. Con eso se desarrolló a lo largo y ancho del país la cirugía del oído y en la década de los 90 se integra el implante coclear. Este procedimiento fue traído a Chile desde Estados Unidos por el doctor Marcos Goycolea, un gran cirujano de la Clínica Las Condes. Al ver los resultados del doctor Goycolea empezamos nosotros en el Barros Luco, en 1998, a hacer los primeros implantes. Recién el año 2003 logramos que se creara el primer programa nacional de implante coclear, que nació precisamente en el Barros Luco, a través del cual el Estado compraba los implantes para ponérselos a los niños sordos que no tenían recursos. Digamos que el implante coclear es muy caro, actualmente cuesta cerca de 14 millones de pesos el más barato, de tal manera que es muy difícil para una familia común y corriente conseguir esos recursos.
-Paulatinamente la cobertura ha ido mejorando
Exactamente, esta etapa se inició en el Barros Luco y luego se incorporó el Hospital Naval de Valparaíso. Posteriormente cree, en 2005, el programa de implante coclear en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile y hace un año en el Hospital Luis Calvo Mackenna. Son los cuatro hospitales en donde hemos puesto “un huevito en cada canasto”, con lo cual hemos logrado cubrir un poco más las necesidades que existen. A pesar de que todavía estamos lejos, cada vez vamos cerrando la brecha entre lo que se necesita y lo que se tiene.
-¿Es muy grande esta brecha?
Tecnológicamente estamos igual que cualquier país del mundo, pero en lo que estamos lejos es en cubrir a toda la población que lo necesita. Es decir, todavía se nos quedan afuera muchos niños que debieran implantarse y no lo hacen porque no hay acceso al procedimiento, por carencia del dispositivo y falta de diagnóstico oportuno, entre otras falencias.
-¿Qué tan trascendente es esta intervención para mejorar la calidad de vida del paciente?
Las personas que no escuchan, no desarrollan el lenguaje y los conocemos como sordomudos. Mudos no existen, ellos tienen su lengua, todos sus órganos de fonación son normales, pero no pueden hablar porque nunca aprendieron. Está demostrado que si tú colocas el implante coclear, logras toda la función del oído: recibe el sonido, lo codifica y envía la información en la forma que el cerebro lo pueda utilizar para entender. Si haces el procedimiento en niños pequeños, a los seis años están completamente normales y pueden ir a un colegio público sin problemas. Si no realizas el implante, son sordomudos y son una carga para la familia, para el Estado, para todo el mundo. Lamentablemente en su gran mayoría son incapaces de ganarse la vida y comunicarse, salvo con otros sordomudos con lenguaje de señas. Vale decir, el cambio es tremendo. En los adultos lo mismo. Si pierden la capacidad auditiva súbitamente, con el implante coclear recuperan la audición a tal nivel que pueden hacer su vida completamente normal, incluso pueden hablar por teléfono.
-Tal como en otros campos de la medicina, en esta especialidad el diagnóstico oportuno es fundamental
Exactamente. Por lo mismo, en este momento el Ministerio de Salud tiene una comisión, de la cual formo parte, que se ha propuesto como principal objetivo masificar el diagnóstico neonatal. La idea es que, apenas tres días después del nacimiento, se pueda detectar si el niño tiene impedimentos auditivos para así iniciar rápidamente el tratamiento. La inmensa mayoría de los casos se va a solucionar con el uso de audífonos, porque no son completamente sordos, pero hay un porcentaje entre un 10 y un 20 % que requerirá el implante. En este sentido, el esfuerzo apunta a realizar este procedimiento ojalá antes de que el menor cumpla un año de vida.
-Durante el último congreso chileno de otorrinolaringología se desarrolló una mesa redonda que abordó de manera especial la realidad del implante coclear en niños y adultos en Chile, ¿qué conclusiones dejó?
Primero que todo, yo creo que el otorrinolaringólogo está en general bien informado de la situación actual y desafíos que hay en esta área de la especialidad, sin embargo, siempre es importante mantenerse actualizado y reforzar algunos conceptos. Por ejemplo, las dificultades de la sociedad para apoyar a un niño que tiene un implante coclear. Mira, lo que pasa es que después de hacer todo un esfuerzo para realizar el implante, hay etapas que siguen que tienen relación con la educación del niño implantado y es ahí donde pueden presentarse algunas fallas, ya sea por falta de apoyo familiar o falta de recursos. También se profundizó en las complejidades del procedimiento en sí, ya que es una operación complicada, que como todas tiene sus riesgos y hay que estar muy al tanto sobre este punto.
-¿Qué sensación le dejó el congreso efectuado en Concepción?
Pienso que los invitados internacionales fueron “sandías caladas”. Ya los conocemos, son líderes de opinión que están a la vanguardia mundial y tuvimos la suerte de poder escuchar sus experiencias. La participación nacional también me gustó mucho, principalmente que la gente joven presentara trabajos de investigación de muy buena calidad.
-A propósito de gente joven, usted es un profesional que está muy vinculado a la tarea formativa de las nuevas generaciones de especialistas, ¿qué dificultades y desafíos deben enfrentar?
Mira, ellos no están exentos de problemas. Los servicios docentes a nivel nacional se han debilitando por la pérdida y migración hacia el área privada de muchos otorrinolaringólogos, principalmente por las malas remuneraciones. Los que persistimos trabajando en hospitales públicos somos un grupo reducido, ni siquiera el 30% por ciento de los otorrinos trabajamos en hospitales públicos. Cuando yo empezada, más del 90% de los especialistas trabajaba en hospitales, así que la situación se ha invertido de una manera dramática, lo que debilita a los servicios para poder formar a las nuevas generaciones. Por lo mismo, la sociedad de otorrinolaringología hace un esfuerzo tremendo de apoyo a los servicios, mediante la disposición de profesionales y el desarrollo de cursos de perfeccionamiento. Particularmente, como ya jubilé del hospital y sólo realizo algunas cosas específicas, lo que estoy haciendo ahora es prestar asesoría otológica a diversos servicios del país, apoyando la cirugía de oído y compartiendo conocimientos prácticos con los alumnos y médicos jóvenes. Ellos operan y uno trata de ayudar y orientar, pero la idea es que los procedimientos sean realizados por ellos, porque muchos ya están aburridos de demostraciones de grandes profesores. He estado en Arica, Antofagasta, La Serena, Rancagua, Temuco, Valdivia, Puerto Montt y Punta Arenas. No en todas partes hemos operado, pero sí hemos puesto implantes cocleares en Arica y Puerto Montt, donde hay gente de gran potencial que requiere perfeccionar sus conocimientos.
-¿Cuántos procedimientos de implante coclear ha realizado?
Yo he estado directa o indirectamente relacionado con unos 130. Ahora procuro no operar, sino que estar al lado ayudando y asesorando. Creo que esa es la forma de entregar el bastón, porque esto se trata de una carrera de posta. Cuando termina tu recorrido, y yo lo estoy terminando, hay que entregar el bastón y dejar todo armado para que las futuras generaciones aprovechen todos los conocimientos que hemos adquirido. Es un tema que me preocupa y por eso mi dedicación. Creo que estoy en el momento de compartir. Yo sigo operando los casos más difíciles, a veces me tengo que meter nomás, no lo puedo eludir, pero la idea es entregar todo y ya hay gente que está haciendo las cosas muy bien. Incluso tengo una hija otorrinolaringóloga que opera todo lo que opero yo, así que tú comprenderás que la transmisión de conocimientos se está cumpliendo.
-¿Hay algo que le haya faltado hacer en su trayectoria profesional?
Tal vez efectuar intervenciones de implante de tronco cerebral, pero fue una decisión que yo tomé. Este procedimiento se realiza cuando los nervios acústicos están malos, pero es invasivo, hay que llegar al tallo cerebral. Hay países donde se hace, pero los resultados no son tan buenos como los del implante coclear. Son interesantes, pero existe mayor riesgo. Pienso que la tecnología todavía debe crecer para ganar mayor seguridad, sin embargo, las nuevas generaciones podrán hacerlo sin problemas. A futuro los riesgos van a disminuir y los implantes se podrán poner por estereotaxia y no va a haber necesidad de abrir el cráneo. En fin, vendrán cosas buenas.
-Doctor, el año 2006 usted ganó el primer lugar, en la categoría videos, del Primer Festival de Video y Multimedia en Ciencias de la Salud “Videomed Chile”, cuéntenos esa historia y cómo surge la veta audiovisual
Se trata de una inquietud que viene desde mi juventud, por un amor al cine, que después se plasmó en filmaciones de cirugías. Un día, en 2004, operamos a una niña de Arica de implante coclear, en un pabellón chiquitito, con cosas muy elementales, por lo que nosotros llevamos toda la implementación e instrumental necesario. Este procedimiento era una gran noticia en la ciudad. Incluso, anecdóticamente puedo contar, que casi me morí cuando caminando por el centro de Arica me encontré con un lienzo que atravesaba la calle, como los que ponen los candidatos en época de elecciones, que decía “El doctor Dentone viene a Arica a operar de implante coclear”…había mucha expectación de la gente. La operación se transmitió para un auditorio y estaban todos los médicos de Arica mirando en una pantalla lo que nosotros estábamos haciendo en pabellón. Se filmó todo, incluso después se grabó el proceso de rehabilitación de la niña. En fin, conversando con la fonoaudióloga tratante surgió la idea de hacer una película, se involucró un estudiante de cine y así incorporamos el lenguaje cinematográfico al conocimiento científico, resultando un documental de 21 minutos altamente emotivo, donde la música y la narración jugaron un maravilloso papel. Se llamó “Nacer al sonido” y relata el despertar de una niña al sonido y muestra, por ejemplo, el momento en que ella escucha la música por primera vez y el impacto y alegría que eso genera en ella y en su familia. Fue una linda experiencia, que provocó un remezón en Videomed y en los trabajos que posteriormente se presentaron. El documental arrasó, porque sacó 27 votos de un jurado compuesto por 27 personas. Esto llevó a que “Nacer al sonido” fuera como premio a competir al certamen audiovisual de Badajoz, España. Ahí se presentaron cerca de 600 películas, ganó un trabajo de la revista National Geographic y nosotros salimos cuartos. Esta veta se sigue desarrollando, por ahora estoy un poco alejado, pero en cualquier momento la voy a retomar.
Fuente Saval.cl