CIUDAD DE MÉXICO, MEX.
Treinta por ciento de los niños en México presentan sobrepeso, trastorno que requiere de un tratamiento multidisciplinar y sin tratamiento conlleva comorbilidades que a la larga tendrán altos costos a la salud y a la calidad de vida, según se desprende de la sesión de
Dra. Nayelly Garibay Nieto
Es necesario generar “conciencia en las familias de que la obesidad es una enfermedad”,
El sobrepeso en niños puede derivar en diabetes de tipo 2, síndrome de ovario poliquístico, bulimia, asma, irregularidad menstrual, apnea obstructiva del sueño, artralgias, genu valgo, ansiedad, depresión y acantosis nigricans.
Dr. Aramis López Durán
Al respecto, el Dr. Aramis López Durán, presidente de la Sociedad Mexicana de Ortopedia Pediátrica, advirtió que 99% de la obesidad es de tipo exógeno y solo 1% se debe a enfermedades endocrinológicas. La genética también desempeña un papel importante, si los dos padres presentan obesidad, el niño será entre 69% y 80% más propenso a padecer obesidad infantil. [3]
Por lo anterior, es importante que se tomen medidas terapéuticas conjuntas multidisciplinarias.
“Como pediatras, creo que tenemos una labor muy importante en tratar de fomentar hábitos saludables desde las primeras etapas de la vida, fomentar que las madres tengan hábitos de crianza saludables, favorecer que haya una ingesta de alimentos naturales, establecer límites en relación a horarios de comida y tipo de alimentos que se consumen”, comentó la Dra. Garibay Nieto.
Sin embargo, es importante tener un punto de partida sólido sobre qué es la obesidad y qué tan grave es si se quieren hacer las recomendaciones más adecuadas.
La Dra. Garibay Nieto presentó una clasificación más completa para definir la obesidad, en la que no solo se habla de esta cuando el índice de masa corporal supera el percentil 95, sino que se divide por categorías: obesidad grado 1 cuando el niño tiene un índice de masa corporal 20% superior al percentil 95; obesidad grado 2 cuando el índice de masa corporal está entre 20% y 40% arriba del percentil 95, y obesidad grado 3 cuando se supera 40% del percentil 95. Es muy importante medir la circunferencia de cintura y la presión arterial en la consulta pediátrica día a día.
Síndrome metabólico y obesidad
El síndrome metabólico ha sido estrechamente ligado a la obesidad y conlleva riesgos específicos para los pacientes pediátricos que lo padecen.
De acuerdo con la Dra. Garibay Nieto, los niños que desarrollan síndrome metabólico son 2,7 a 3,4 veces más propensos a tener síndrome metabólico en la etapa adulta, y tienen 11,5 más riesgo de presentar diabetes en la adultez, sobre todo cuando hay antecedentes de diabetes en familiares de primer grado.[4,5]
Sin embargo, la Dra. Garibay Nieto señaló que no es obligatorio que haya un diagnóstico de síndrome metabólico para advertir a los pacientes sobre los riesgos de la obesidad, pues todo el proceso de inflamación metabólica que conlleva la obesidad genera alteraciones en los órganos, independientemente de que el paciente presente o no los componentes alterados del síndrome metabólico.
“Es importante estudiar el síndrome metabólico, pero en realidad las comorbilidades que se den en años posteriores en estos pacientes se pueden predecir simplemente midiendo el índice de masa corporal”, dijo la Dra. Garibay Nieto.
Comorbilidades cardiacas e hígado graso
Otro factor importante al que se enfrentan los pacientes pediátricos con obesidad se refiere a los riesgos cardiacos. Como mencionó la Dra. Garibay Nieto, un estudio publicado hace unos años denotó que en relación a la alteración del grosor de la carótida íntima media, los niños con obesidad no presentan diferencias significativas con la población adulta con obesidad, lo que denota que estos niños tienen ya un daño cardiovascular subyacente o temprano.[6] Y hay un riesgo hasta 2,4 veces mayor de tener un espesor de la carótida íntima media alterado en aquellos niños con síndrome metabólico.
“Cuando estudiamos [en la Clínica de Obesidad Infantil y del Adolescente del Hospital General de México] la vasodilatación mediada por flujo, tampoco encontramos diferencias entre el niño con el adulto [con obesidad], lo que denota daño endotelial”, destacó la Dra. Garibay Nieto.
En lo que a hígado graso se refiere, conforme se eleva el grado de obesidad hay una mayor prevalencia de hígado graso en los pacientes.
Alteraciones osteoarticulares
Entre todas las comorbilidades y efectos en la salud causados por la obesidad, hay uno que generalmente pasa desapercibido: las repercusiones ortopédicas.
En la Clínica de Obesidad Infantil del Instituto Nacional de Pediatría, uno de cada tres niños que llegaron a revisión tenía repercusiones ortopédicas porque no los derivan al ortopedista, solo se enfocan en la parte metabólica.
“Son muy pocos los artículos que nos dicen cómo se debe manejar ortopédicamente al paciente con obesidad infantil”, explicó el Dr. López Durán.
Entre las alteraciones ortopédicas más importantes están tendinitis, deslizamiento capital femoral proximal, deformidad angular en miembros pélvicos y alteraciones a nivel del tobillo, así como pie plano, que conllevan dolor cuando el niño es forzado a actividades físicas largas y extenuantes.
Además, el cartílago se ve afectado, pues cuando este se empieza a alterar por la mala alineación de los huesos o por la carga, su resistencia disminuye, lo que provoca una lesión.
Las principales citoquinas involucradas en la osteoartritis son interleucina 1, factor de necrosis tumoral alfa, interleucina 6 y quimiocinas.[7] Muchas de estas pueden generar una lesión a nivel del cartílago que, aunado a la hiperglucemia y al efecto de las adipocinas (péptidos proinflamatorios), culminan en una alteración en el recambio de la matriz, que al final genera osteoartritis.[8]
El Dr. López Durán especificó que un sobrepeso por arriba de 20% tiene un efecto en el sistema osteomuscular con presencia de dolor articular.
Finalmente, el especialista contraindicó que a los pacientes con obesidad que tengan deformidades angulares en las extremidades inferiores se les mande a hacer ejercicio, pues estas no se corregirán con la edad, sino que requieren de un tratamiento quirúrgico adecuado. “Hace falta un tratamiento quirúrgico, siguen teniendo obesidad, pero la carga y esos ejes que tienen no les van a afectar a futuro”
Actividades físicas recomendadas en niños con obesidad
Aunque la Dra. Garibay recomendó atender una a una las diferentes comorbilidades que se presentan con la obesidad, también aclararon que muchas de estas se pueden prevenir desde un estilo de vida sano, que incluye buena alimentación, descanso apropiado y realización de una actividad física constante, pero es importante tomar en cuenta las características físicas del niño para recomendar un ejercicio que no derive en otros problemas y lesiones.
Dra. Karen Pedraza Escudero
Al momento de empezar a hacer ejercicio surgen cambios fisiológicos que van a generar una mejora en la eficacia y la capacidad del cuerpo, pero la magnitud de estos cambios va a depender de la intensidad y duración del ejercicio.
Por esto es muy importante tener en cuenta los parámetros clínicos iniciales del niño, así como su historia clínica y su contexto cultural al momento de prescribirle una rutina de ejercicio, porque si se le dificulta tener acceso a la actividad física no la realizará.
La evaluación inicial incluye un análisis antropométrico, saber si hay alguna enfermedad, alguna comorbilidad, conocer la parte biomecánica (si hay alguna alteración ortopédica), evaluar la condición física (cuál es su consumo máximo de oxígeno y su frecuencia cardiaca basal y máxima) para saber a qué intensidad comenzar el ejercicio, evaluar la condición física (flexibilidad, fuerza en sus miembros), así como contar con una evaluación psicológica para motivar al niño a comenzar una actividad y darle continuidad.
“En los niños con sobrepeso y obesidad no vamos con el objetivo de bajar de peso, y eso se lo debemos dejar claro a ellos; lo que queremos es que no incrementen de peso, que modifiquen la composición corporal”,.
Una vez que se cuenta con la evaluación inicial, la prescripción de la actividad física debe tomar en cuenta los factores de la frecuencia, intensidad, tiempo, tipo, progresión y precaución (FITTPP).
- Frecuencia: habla de la cantidad de días a la semana en que se hará el ejercicio. Cuando apenas se está empezando a fomentar el hábito lo recomendable es que sean 3 días de forma intercalada.
- Intensidad: esta se mide por medio de las frecuencias cardiacas y por el consumo máximo de oxígeno. También se pueden usar escalas como la de Borg para que los niños identifiquen su percepción de esfuerzo.
- Tiempo: determina el tiempo, las repeticiones, la distancia, etcétera.
- Tipo: dependerá del ejercicio que le guste al niño, y también se prescribe con la intención de involucrar a la familia en la actividad física.
- Progresión: cada 4 o 6 semanas se hace una nueva evaluación de las adaptaciones y cambios fisiológicos para modificar tiempo, intensidad, frecuencia y variedad del ejercicio, y estimular a que haya más adaptaciones.
- Precaución: aborda la importancia de llevar una buena alimentación con una hidratación adecuada, de usar ropa y calzado apropiados para la actividad, y de enseñar al niño a que aprenda a escuchar su cuerpo.
Una última recomendación para evitar lesiones es dividir el tiempo de actividad en un calentamiento, una fase principal, un enfriamiento y un estiramiento.
Actualmente está en curso el protocolo de investigación “Efectos de un programa de intervención multicomponente con ejercicio estructurado sobre parámetros antropométricos metabólicos de aptitud física y de daño cardiovascular temprano en niños y adolescentes con obesidad”, en la Clínica de Obesidad Infantil del Hospital General de México.
La población del estudio la integran niños de 8 a 16 años divididos en un grupo de control (que puedan tener acceso al ejercicio que ellos quieran practicar) y un grupo de intervención (a los que se les muestran videos con médicos del deporte para darles una opción de tratamiento). A ambos grupos se les hacen evaluaciones metabólicas, antropométricas y de condición física.
Algunos resultados preliminares muestran que los participantes de ambos grupos han disminuido valores de manera significativa en cuanto a talla, peso, índice de masa corporal, presión arterial sistólica, medidas de cintura, abdomen, cadera y porcentaje de grasa; y han aumentado el porcentaje de músculo.
Además, en el grupo de control ha habido una disminución de enzimas hepáticas y en el grupo de intervención ha disminuido el ácido úrico y ha incrementado el colesterol de lipoproteínas de alta densidad. En parámetros de condición física se ha observado una mejora en el consumo máximo de oxígeno en el grupo de control, así como de fuerza y potencia en miembros inferiores.
“Queremos usar estos videos en el canal de la salud del Hospital General de México para darles una opción de tratamiento a los niños que no pueden acceder a algún tipo de ejercicio”, avisó la Dra. Pedraza Escudero.
Los Dres. Garibay Nieto, López Durán y Pedraza Escudero han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
Editor: Dr. Pedro barreda
Poco que agregar, una vez más un problema emergente en el mundo y muchos acuerdos en que se debe hacer. Pero los resultados son interesantes , pero no masivos Muy buen articulo.