No necesariamente pertenecen a movimientos organizados. Intentan reivindicar una visión de la enfermedad que va más allá del paradigma biomédico. Quieren respuestas que no sean farmacológicas ni tecnológicas. Así describen especialistas a los llamados "antivacunas". El problema mayor surge cuando éstos comparan, creen, difunden y valorizan informaciones que carecen de respaldo científico. ¿Cómo pueden los médicos restablecer confianzas en este contexto?
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